jueves, 11 de noviembre de 2010
El final de mi cuento...
Cuando era niña, al ver películas con finales felices, donde todo se resolvía y se hacía realidad, me hacían pensar que la vida era demasiado fácil. Para las actrices de las novelas o para las princesas de las caricaturas todo era perfecto. Encontraban a su príncipe azul, a su alma gemela de manera casual, como si estuviera en sus destinos conocerse y no separarse jamás.
Todas estas historias me conmovían y me hacían fantasear con como sería si a mí también me ocurriera; me sentaba en el columpio de mi jardín y me ponía a tararear canciones que hablaban de amor, continuaba imaginando historias de príncipes y princesas, hasta que un día… lo conocí.
Teníamos tanto en común, el estaba loco y yo también, era mi sueño, nos complementábamos, me hacia feliz. Me gustaba todo de él, su carisma, su ternura, cada detalle que tenía conmigo. Al principio no lo creía, durante mucho tiempo había cerrado mi mente por temor a que me hirieran como lo hicieron una vez.
¿Qué tenía él que me hizo abrirme de nuevo? Ya no pensaba en eso, simplemente lo vivía. Era mi presente y ahora es mi pasado.
Odio en lo que se convirtió, que las mentiras nos alejaran ¿Acaso no le daba confianza suficiente? Durante tanto me oculto las cosas mientras me decía que no había otra faceta en él.
Pasamos tantas cosas los dos que aun recuerdo con nostalgia; superamos conflictos, le ganamos al tiempo y a la distancia, rumores y a los fantasmas de nuestro pasado.
Yo me cegué ante lo que no quería ver en él; sabia que él llevaba consigo una cruz, una que intente disfrazar porque no quería aceptarla.
Fue tanto lo que tuvimos que esperar para vernos, que durante ese tiempo no veía la hora en la que por fin pudiera estar con él y reír como antes.
A pesar de que las cosas terminaran mal al final lo amo y lo amare siempre; porque con el aprendí a ver la vida de otra manera, le tome más importancia porque me sentía viva a su lado, descubrí que la belleza de una flor no solo está en su forma.
Me duele que terminara y mas tener que haber sido yo quien lo dejo ir. Entiendo que ahora no lo comprende porque lo lastime pero sé que lo hará algún día, fue una situación que se salió de nuestras manos, era lo mejor para los dos.
No hay noche que no sueñe con él y que reviva momentos en los que los dos jugábamos a mirarnos, en cambio hay otros en los que solo se queda parado frente a mi sin decirnos una palabra.
Han pasado los meses y aun me duele saber que no está conmigo; hay tres o cuatro canciones que me hacen llorar, como si cada palabra que sale de ellas me llevara a él y volviera a abrir la herida que no ha terminado de cerrar, sobre todo recuerdo con mucha ternura y tristeza cierta canción que habla de caramelos de limón.
Me gusta pensar que algún día nuestros caminos se cruzaran de nuevo y podremos sentarnos a hablar y recordar con alegría nuestra historia.
lunes, 8 de noviembre de 2010
Conmigo!
En un momento de confusión le llamé por teléfono a un amigo; estaba cerca de su casa y pensé que seria mejor quedarme con él a seguir caminando sin rumbo a las 6:30 de la tarde, le marque pero no estaba ni siquiera en la cuidad. Ahí se terminó de ir mi ánimo, pensé en llamar a alguien más, pero realmente son muy pocas las personas en las que confió, así que decidí seguir caminando.Ya había entrado en una depresión cuando comencé a recordar viejos y felices tiempos,donde jamás imagine verme en una situación así; En medio de mi trance decidí subirme al primer camión que paso, sin siquiera fijarme cual era, solo pague y me senté junto a la ventana. Iba casi vació así que solo me dedique a disfrutar del paseo, cada lugar por donde pasaba me hacia recordar, poco a poco fui uniendo todos mis recuerdos hasta comenzar a fantasear con cosas que me hubieran gustado fueran diferentes ahora, que me gustaría no haber preguntado o que en su momento hubiera dicho y en ese abrazo que por orgullo nunca pude dar.
Recorrió mi cuerpo una sensación de nostalgia al darme cuenta de que seguía sola en un camión, mi cuerpo comenzó a temblar y lo único que broto de mi fue una lagrima que lentamente recorrió mi mejilla.
Me volví hacia la ventana y vi que ya había llegado al último destino,me baje del camión y me dirigí hacia el centro comercial, en el que esperaba,inocentemente, encontrarme con alguien conocido. Entre a la plaza y comencé a recorrerla; recorrí los locales y daba vueltas entre los comedores. Me paseaba por los pasillos una y otra vez sin conseguir encontrarme con alguien, estaba ya muy agotada como para seguir caminando así que decidí sentarme en una de las jardineras. La cabeza me daba vueltas y de nuevo me estaba sumiendo en esa depresión donde el remordimiento me ahogaba. Estaba decidida, no iba a quedarme ni un minuto mas pensando en el hubiera, tome mi teléfono celular con la firme intención de llamar a la razón de mi melancolía, cuando comenzó a sonar, conteste, era mi prima diciendo que ya iba a pasar por mi.
Ese día aprendí a descubrirme un poco más, porque no escuece a nadie mas que a mi. Solo estando completamente sola puedo ser yo misma y puedo descubrir esos sentimientos que durante mucho tiempo estuvieron ocultos en la sombra de mi mente; que fácil es decir lo que siento cuando no hay nadie que lo escuche o intentar hacer algo cuando no hay nadie que me detenga.
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